Experimenta a Dios a través de tus manos
¿Es posible experimentar a Dios a través de las manos, los dedos y los ojos? El pintor japonés-estadounidense Makoto Fujimura así lo cree. Descubrió a Dios a través de actividades artísticas y escribió un libro inspirador al respecto.
„Cuando las personas se vuelven creativas, sucede algo sagrado: invitamos la abundancia del mundo de Dios a la realidad de la escasez que nos rodea.“
En "Arte + Fe", con un prólogo del teólogo británico NT Wright, Fujimura ofrece una "teología del diseño". No se convirtió al cristianismo hasta más tarde en su vida, pero explica que incluso cuando era niño, cuando pintaba, sentía que estaba "honrando la fuente de la belleza y la poesía en este mundo, al crear arte, descubrió al creador". .
El arte de Fujimura se caracteriza por colores vibrantes y profundos, la abundancia de oro y la abstracción. Deja espacio a la interpretación, la intuición y el misticismo. Utiliza técnicas japonesas, valiosos pigmentos minerales y papel hecho a mano. Mezcla los pigmentos con un aglutinante especial y agua: un proceso litúrgico lento. “Mi trabajo tiene vida propia”, explica, “y escucho la voz de mi Creador a través de mi creación. Cuando las personas se vuelven creativas, sucede algo sagrado: invitamos la abundancia del mundo de Dios a la realidad de la escasez que nos rodea”.
La Biblia es un libro en el que se crea mucho. Fujimura cree que "en el proceso de creación podemos llegar a conocer la profundidad de la naturaleza y la gracia de Dios que impregna nuestras vidas y nuestra creación". Una de las ideas es que Dios no nos "arregla". Esta “teología del fontanero”, como la llama Fujimura, es demasiado limitada. “Dios no sólo mejora, repara y restaura: Dios nos renueva y resucita de entre los muertos, supera nuestras expectativas y deseos más allá de lo que nos atrevemos a pedir o imaginar”.
Su ejemplo de esto es Kintsugi. el arte japonés de reparar cerámica rota con conexiones de oro. La técnica Kintsugi no sólo repara la cerámica: hace que el objeto sea más bello y único que el original. Un cuenco reparado por Kintsugi ya no es una mercancía, sino que el maestro Kintsugi lo transporta al “reino de la belleza”.
Izquierda: kintsugi. Derecha: yobi tsugi. Imágenes: ZVG
Cuando Fujimura visitó a un maestro de Kintsugi en Tokio, conoció Yobi-tsugi: una especie de Kintsugi 2.0. En Yobi-tsugi, no sólo se unen los fragmentos con pegamento y oro, sino que las partes perdidas o mal colocadas se reparan con cerámica nueva, creando una especie de collage: una obra de arte completamente nueva hecha de componentes nuevos y antiguos. El maestro Kintsugi, el Sr. Nakamura, por ejemplo, combinó cerámicas de dos países rivales: Corea del Norte y Corea del Sur, con las que creó la paz en miniatura utilizando Yobi-tsugi.
Estos fragmentos que el maestro Kintsugi recoge cuidadosamente para crear algo nuevo son una metáfora importante, explica Fujimura. “Después de que Jesús resucitó de la tumba con un cuerpo nuevo, sus heridas aún eran visibles. Nuestro propio quebrantamiento también puede ser visible. Los pedazos rotos en nuestras vidas pueden –a la luz de las heridas visibles de Cristo– ser una parte necesaria del mundo que vendrá a través de la creación. Porque así como el maestro Kintsugi recoge y valora cuidadosamente todos los pedazos rotos, Dios también recoge nuestra alegría, nuestra pérdida y nuestro dolor para, en última instancia, crear algo nuevo”.
La belleza del libro de Fujimura es que nos enseña a mirar a Dios de una manera diferente. El artista experimenta a Dios con las yemas de los dedos, las manos y los ojos. Él llama a los cristianos a ser creativos y a dejar que nuestra imaginación y creatividad se conviertan en una parte esencial de nuestro camino de fe. Para que “nuestro arte, lo que creamos, se multiplique en el nuevo mundo de Dios”.
Izquierda
• Página de inicio de Makoto Fujimara
• Vídeo en el que Makoto Fujimura explica su mensaje
Fuente: Makoto Fujimura, Marieta van Driel
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